sábado, 28 de diciembre de 2013

ALCOHOL Y CONDUCCIÓN: LA LACRA DE LA NAVIDAD

ALCOHOL Y CONDUCCIÓN: LA LACRA  DE LA NAVIDAD

Como todos los años por estas fechas, la navidad nos trae el aumento de los siniestros viales en las carreteras, causadas mayoritariamente por el consumo del alcohol y la despreocupación de uno mismo, con el solo pensamiento de pasarlo bien, ya sea en familia o con las personas que le rodean.
El alcohol es la droga (legal) más consumida en nuestro entorno sociocultural, de la que más se abusa y la que más problemas sociales y sanitarios causa (siniestros viales, laborales, malos tratos, etc.).
Es un depresor del sistema nervioso central que adormece progresivamente el funcionamiento de los centros cerebrales superiores, produciendo desinhibición conductual y emocional.
Diversos estudios han constatado que el consumo (y el abuso) de alcohol se hallan estrechamente relacionados con la conducta infractora al volante (Dobson, Brown, Ball; Powers y McFadden, 1999; Donovan, Marlatt y Salzberg, 1983; Wilson y Jonah, 1985). Además, el consumo de alcohol al volante es una práctica habitual en nuestro país (Del Rio, González-Luque y Álvarez, 2001) y se calcula que entre el 30 y el 50% de los siniestros mortales están relacionados con el alcohol, especialmente durante la noche y el fin de semana (Calafat, Adrover, Juan y Blay, 2008), y más aun enfectividades navideñas en las que estamos.
Como sabemos no es  necesario que exista una tasa alta de alcoholemia, sino que a tasas bajas y medias el riesgo de producir un siniestro es considerable, sobre todo por la acción que el alcohol tiene sobre el sistema nervioso, ya que de él depende en gran medida, las aptitudes y comportamientos del conductor. Así, en una primera etapa, el alcohol produce un estado de desinhibición que se traduce en una aparente estimulación, disminuyendo la capacidad de atención y de procesar la información sensorial que llega al cerebro, siendo el tiempo de reacción el primero que se ve afectado. A medida que aumenta la alcoholemia se produce una disminución de la capacidad auditiva y asociativa, con pérdida de reflejos y sueño.

Podemos asociar en tres grupos los efectos que produce el alcohol sobre la conducción de vehículos:
  •  Efectos sobre la función psicomotora:


En un primer momento, con cantidades bajas de alcohol, el sujeto se siente desinhibido, despreocupado, locuaz, etc. A medida que el nivel de alcohol en sangre es mayor, el individuo pierde el control emocional, pudiendo volverse agresivo, y menos responsable, es el momento en que se llevan a cabo las conductas temerarias. La percepción se reduce y el individuo se distrae fácilmente. Se altera el juicio, y se produce falsa sensación de confianza, se altera la capacidad de juzgar o apreciar la velocidad, la distancia y la situación relativa del vehículo, así como la capacidad para seguir una trayectoria y hacer frente a lo inesperado, debido al enlentecimiento de las reacciones psicomotoras. Es este retraso en la respuesta, el factor más importante ya que el alcohol aumenta el tiempo de reacción. Por otra parte, el alcohol produce importantes efectos sobre la coordinación de movimientos, disminuyendo la capacidad para conducir, incrementando el riesgo de siniestro
  • Efecto sobre los sentidos.

El alcohol produce importantes efectos sobre la visión y reduce la capacidad para ver los objetos distantes, se reduce en más del 25% la visión nocturna. La capacidad para seguir objetos en movimiento se deteriora. El campo visual se reduce, perturbándose la visión periférica y lateral. Además, el alcohol influye sobre la capacidad auditiva, alterando la distinción de los sonidos. Se crea una situación de monotonía y de somnolencia.
  •        Efectos sobre el comportamiento y la conducta.

El alcohol produce un efecto de sobrevaloración del sujeto, seguridad en sí mismo, de tal forma que la persona no es consciente de que se ha producido un deterioro de sus funciones.
Por otra parte, el alcohol puede alterar la conducta y bajo sus efectos son frecuentes las reacciones de euforia, agresividad y conductas temerarias, incrementando la agresividad del accidente. Tras un accidente de tráfico, el ocupante de un vehículo que se encuentre bajo los efectos del alcohol tiene tres veces más posibilidad de padecer lesiones mortales que quien esté libre de alcohol, a igual severidad y circunstancias del accidente.

Los efectos más importantes del alcohol, según su nivel en sangre, son:

Niveles bajos y medios:
  •         Se alteran los movimientos de los ojos, disminución del campo de visión.
  •     Estados de euforia, desinhibición, con menor capacidad de juicio.
  •     Se alarga el tiempo de reacción, descoordinación de movimientos.
  •    Variaciones en el control de la dirección, uso del freno y seguimiento de la trayectoria correcta.

   Niveles de alcoholemia altos:

  •     Disminuye la capacidad visual, la acomodación de la mirada y la capacidad para mantener la mirada fija en un punto durante un breve tiempo.
  •    Se altera el comportamiento, pudiendo predominar la euforia hasta ser manifiesta la apatía, falta de atención y somnolencia. 
  •          Aumenta considerablemente el tiempo de reacción y disminuyen en general los reflejos.
  •     Con niveles superiores a 2 gramos por litro, se hace muy difícil la conducción, aunque tal ineptitud no sea reconocida por el conductor.
  •    Por encima de 4 gramos por litro, disminuyen progresivamente las funciones vitales hasta provocar la muerte.

En definitiva, el alcohol es incompatible con una conducción segura, fundamentalmente porque:
  •       Crea un falso estado de euforia, seguridad, optimismo y autoconfianza.
  •     Disminuye los reflejos, aumentando el tiempo de reacción.
  •     Disminuye la visión y la percepción, reduciendo el campo visual
  •      Disminuye la capacidad de movimientos.
  •     Modifica las capacidades mentales de juicio, razonamiento y atención.
  •     Produce sueño y fatiga
  •     Falsea la correcta apreciación de objetos, distancias y velocidades.
  •     Modifica la apreciación o valoración del riesgo, aumentándolo.
  •     Al aumentar la confianza, desprecia el peligro.
  •     Al aumentar el tiempo de reacción, se ralentizan las respuestas 
  •     Y LO QUE ES MAS IMPORTANTE, Aumenta la despreocupación, la temeridad y la agresividad.

La consecuencia para la seguridad vial por la ingesta de bebidas alcohólicas sabemos que es tremenda, el alcohol está presente en un gran número de accidentes de tráfico, especialmente, en los de mayor gravedad. Entre un 30% y un 50% de estos accidentes tienen al alcohol como factor influyente o desencadenante.
Estadísticamente también queda demostrado que el riesgo de sufrir un accidente mortal de tráfico aumenta progresivamente a partir de un nivel de alcohol de 0,2 gr / l y que con el 0,8 gr / l, este riesgo es hasta 20 veces mayor que el de aquellos conductores que no han bebido. Este riesgo va aumentando según la cantidad de alcohol en sangre y es diferente según la edad del conductor.
Es muy ilustrativa la “Curva de Freudenberg” donde se reflejan las relaciones entre las cifras de alcoholemia y el riesgo de sufrir un siniestro vial.



El alcohol, además de contribuir a que se produzca el siniestro vial, hace que las consecuencias de éste sean más graves, las secuelas y lesiones ocasionadas por el siniestro en quienes han consumido alcohol son de mayor gravedad, tardan más tiempo en sanar cuando no son mortales.
Ligado a esto y debido a la sensación de autoconfianza, los que conducen bajo la influencia del alcohol hacen menor uso de los dispositivos de seguridad, casco y cinturón de seguridad, con lo que se aumenta la lesividad.


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